Las cosas se llevan bien y no porque sean
llevaderas
las cosas son así porque no hay de otra
el determinismo nos agota, la cábala siempre gana
frente al pensador.
Las cosas se llevan bien por los ratos
los raptos, elogio de uno mismo charlando con su otro yo
kilómetros a distancia, sexo opuesto
años antes de existir.
Ese montículo arrinconado que robamos
para no estar siempre llorando contra el rincón
y encima quedito, para no despertar a los otros de su letargo.
Algo suena, algo sueña,
algo sureña, sirena. Juego con las palabras,
pero digo una verdad irresoluta:
puedo intentar estudiar el trigo que no fue
porque yo no existía
puedo dejar que estudie en mí el maíz
que no fui
porque no pude parir amor a la medida
aunque yo haya pensado lo contrario.
Pero puedo ser caña y alcoba
viento y tierra
y quién sabe
si fecunde unas letras
algo que lo haga sentirse en casa,
algo que me deje reivindicarme
como la mujer que no fui antes y ahora soy.
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