Miré los pastos de Turín
1-0 a favor del equipo local.
El verde que se abría amplio
como las raíces del viento
de cada recuerdo adscrito
uno a uno de mis cabellos
me hizo entender
que el oro de otoño
debió sembrar uno que otro crepitante verso...
y Calígula con su panza
todo lo mandó enterrar
y Nerón con su andanza
el loro del latín vulgar
plantó en tierra vecina.
Ábrete, otoño,
algo me dice
que cosas buenas podrías hacer
en mi olvidada ciudad.
(Traerme a Del Piero, por ejemplo...
-fin de la metáfora
y de la emulación a la producción de la abeja).
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