La libertad sabatina
es
perder
la juventud
pensando
en
el fin
del mundo;
lavando
(d)olores propios
ajenos
mezclados;
recordar
que la minúscula
roca
es más
que un zapato;
vestirse
de violeta
y no esperar
nada
excepto
una buena
razón
para rentar
los días
en el sillón
vacío;
regalar
una sonrisa
a colores
sabiendo
que no
se es
musa
sólo bufón;
oler a limón
y ver lejana
la regadera.
Un partido
arregladísimo partido
de futbol.
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