Todo es llanta y asfalto
charco, aceite que no ha de aparearse en él.
Canto elegías de no sé dónde
unas sin letras, pero muy antiguas;
me platican de mi silente falda
la dorada espina
esa letra punza por el cuerpo
ese rojo insurrecto
quiere bandera de su piel
y no soy caníbal.
Nada más me falta hacer metáfora
de la lágrima que sale
como delatando mi derrota furtiva.
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