Qué ganas de llorar ganas
qué ganas con querer llorar.
Allá afuera, el om desvalija a cualquiera
los libros no son espejos
las letras no alcanzan, verdaderamente no alcanzan
ni la música, ni la pintura,
ni la danza, esa que tanto te gusta,
a demostrar que el azul pervive
sobre todo cuando horroriza
el hueco que te cabe de la cabeza a los pies.
Las palabras buenas
las inmejorables, las del correo preciso
las esperadas que nunca llegan
son para remojarse
en el agujero de tu clóset
la blusa de manta favorita hecha trapo mojado
igual que tú.
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