Desbaraté el protocolo
de la mujer expectante.
Todo ha salido como una maldición:
es Soledad la que me llama.
Y viene libre.
Yo le dejo este recado de corazón
sobre la lista innumerable de versos sin tema ni son
y cruzando los dedos para que al fin
me dance su palabra en mi seno.
No importa si lo toca mi piel o no.
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