Si el otoño llega
a pesar del olor de la carne trémula y muerta
a pesar del hedor de la silla y el curul
a pesar del horror de la caja idiota
o de la cerveza que es azul,
aquí mi cuerpo arriba
no sentirá que le cala lo incierto
del día constantemente nublado:
Faltaba más, abriré el regalo
de tenerlo en voz y libro,
letra sideral y orgasmo callado.
Porque sin saberlo
yo me enamoré como las colegialas
de su ser.
Y entonces Agosto hará su entrada triunfal
y sacaré las palabras exactas
para revivirlo en mí y para evocarlo
hasta hacerlo regresar un buen día
antes de las diez de la mañana.
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