Pero raudas al vuelo
las mariposas urgidas
las casas, los metales,
los corazones entrelazados
unieron en perfume
de crisálido mundo
de violáceo viento.
Entonces abrir la caja
y callar a Pandora es,
mi alma,
comprender que la caja
está limpia de sí misma.
Un espacio divino libre
para plantarle nuestro beso
y varias máximas de amor
en caricias.
martes, 10 de junio de 2014
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