Ataviado de naranjos y ciruelos
siempre supe que llegarías, Amor,
sol reunido desde sus trece fragmentos,
morena carne por donde vivo
los efectos de la paz y la sensualidad entregadas
a un sólo cuerpo,
el tuyo,
a una sola alma,
tu alma.
Como un milagro encendido de música
así tocaste mi puerta y ahora
en mi casa un banquete preparas:
adiós por la vez última los recuerdos negros,
te saludo, ancestral y joven,
con este amor que en mí no cesa.
miércoles, 4 de junio de 2014
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