Los violines del viento
mi rostro acurrucan en tu rostro.
Llevamos canciones para creer
para soñar en el sí
a pesar de las tazas de café mal leídas
y los cánones mal adaptados
a la idiosincrasia de lo nuestro.
Somos una alberca de agua caliente
varios viajes
uno sólo viaje cuerpo a cuerpo
un eterno viaje de dos almas llamadas
como una sóla sílaba.
También somos niños
y luego padres el uno del otro
y más tarde proxeneta y puta
y matrona y gigoló de mis muchos nombres.
La biblioteca de nuestro amor
sus posibles universos
son infinitos cuando me levantas la falda
y las ideas.
Luego mi corazón llega a ser levantado
y ahí estás tú, mi vida,
como dios y columna.
martes, 24 de junio de 2014
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