De veinte en veinte
el alma sucumbe
ya no muerde
deshabitada está la cumbre
donde necia
su vida ofrecía.
Y vuelvo a nadar en el agua
del amor divino.
Y vuelo de niña traviesa
donde tu cuerpo el placer centrifuga.
De veinte en veinte
recompongo mi vientre
y lo entrego febrilmente a ti
señor que bebiste mi sangre.
Aquellas que no fui
las que sería de no ser porque soy
también las que irremediablemente seré
de veinte en veinte su amor por ti
en vapor sagrado las determina.
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