Como un barco te vas, Amor
y cual marino amante tu piel prometes
regresar a mí tras la espera de la garza
cada tarde de oro y sangre
donde yo escribo en la arena por mí
para que dios no olvide
que de este amor sincero nací a los treinta
y de este amor indestructible
he de morir a los ochenta y dos años.
Te vas, Amor,
se pregunta mi alma ante la sentencia.
No, no podrías
yo tampoco sabría afirmarlo.
Dos almas que son una que se encuentran
después de negarse
sus imanes y su núcleo arbóreo
de raíz y divinidad concentrada
separarlos no pueden.
Y tengo entendido que no se debe
y siento cada vez que nos besamos
que no quieren.
Zarpas en imagen pero tu hora
tu sombra, tu magia divina
todo en mí encalla
tatuaje de miel en mi dermis
certeza de mi alma antes de dormir
y en la hora más oscura de mis pensamientos.
Escribo de nuevo este poema:
Encallas tu vida libre en mi libre alma,
Amor.
Qué oración del Padre con la que te abrazo
el lunar azul de tus días.
Las nubes y sus olas van y vienen.
Hay amor de raíz etérea hasta que muramos
y volverá a haberlo más allá de la muerte.
miércoles, 4 de junio de 2014
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