Es hora de penetrarme
palma con piel
una tela de Arabia traspasando
el sudor de tus poros.
Es hora de fecundar de dátiles mudos
dulcísimos
la imperiosa necesidad de llamarnos uno
o dios
o uno mismo sin serlo como antes.
Tómame como a los perfumes sauditas
sírvelos sobre tu pecho
como maple en transición al almizcle.
Tapa mis oídos:
yo quiero despojarme de los fantasmas del mundo.
Enrédame la boca con tu hálito sexual
y después rómpeme con tu ola
este rostro de yeso
rostro de reina por ti sedienta
rostro de niña con pezones erguidos
y la entrepierna muy abierta a tu cincel
rostro de cuerpo presente
arando en tu cuerpo la fantasía del fuego
instalado en nuestras mentes
rostro de mano insistente
invocando al supremo deseo
hasta ser éxtasis completo
y luego dejar de llamarnos amantes
Amor compartido
luz de ciudad inmensa navegando
por un único vientre.
Es hora de penetrarme
y no dejarme ir por los resquicios de una mañana
o una tarde sin tu voz.
Es hora de embestirme
y asirme contra tu pecho
en caso de incendio o impulso exórbita.
Es hora de señalarme los vestigios divinos
por los cuales yo te amo y lo haré siempre.
Es hora de desvestirme
insisto, es hora de penetrarme
y encontrar el destello anhelado
por tu corazón.
Es hora, Amor.
domingo, 22 de junio de 2014
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