Acercarme a ti y darte mi corazón jamás supuso miedo, sino la liberación de mi alma que por años y vidas estuvo esperando tu retorno, buscando bajo las piedras y entre los seres que no saben amar y mienten, sea el carnicero o tu lazo de sangre. Jamás temí revelarme ante ti como la mujer que necesita de tu presencia para entender el mecanismo de la vida. Para dejar de cuestionarla y por ende, de escribirle poemas de tristeza y vidrios en este sitio. No temí porque la verdad mi único temor era nunca haberte dado quien era, soy y seré. Temí (y temo, en todo caso) a la ausencia de tu espíritu vagando alrededor mío como spin o brisa marina.
El poema siempre serás tú, los dos haciéndonos el amor, hablándonos, sosteniéndonos, inspirándonos. Lo que aquí escriba son reproducciones a escala de nuestra unión.
Poesía eres tú, quería decirte. Pero eso que una señora ya me lo ganó hace casi ya un siglo...
viernes, 13 de junio de 2014
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