Pithecantropus salió por la leche
la mala leche que nos nutre
ahora, piel de luna que se muere
porque no están sus palabras
invadiéndome la piel.
Estoy al paso del grito
estallido pernicioso que crujiría los dientes
hace falta tener sus lentes
para la paciencia acaparar.
Pithecantropus salió a ver
si los correos dicen su nombre.
No hay palomas mensajeras
sólo está la tonta que escribe
y curiosamente soy yo misma.
Hace falta oír su voz por aquí.
Qué regalos divinos me hace la vida
unos muy efímeros, como si supieran
que lo mío no es perentorio.
Pithecantropus regresa con las manos huecas
se parece a mi vecino
que saluda por saludar.
La vuelta de tuerca de la tierra
es un absurdo rimado
si no respira en mí.
Por eso dicen que aquí comienza la penitencia
qué condena me regala, señor libertad,
con su cuerpo a no sé cuántos kilómetros de aquí.
Y yo iridiscente como luna de Saturno sin ser descubierta.
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