lunes, 7 de septiembre de 2009

los ojalás de la noche los ojalás del día, los ojalás del postre, los ojalás del viento

Ojalá
que yo fuera su musa
de medio tiempo
o de perdido
sus ojos fueran
una visita austera
a este austero lugar.

Ojalá que más que si dios quisiera
Usted decidiera
entre mis flores aún vivas
viajar.

Ojalá que yo no hiciera el ridículo
de pensar que soy poetisa
por amar con toda la mano.

Ojalá que la narcolepsia y la dispepsia
no tuvieran nombre en mi casa que es mi templo.

Ojalá que comprendiera
que el amor es lo que me hace pensar
que hay gato encerrado.

Aunque no haya nada detrás del muro
de Gomorra y el Gheto
Tenochtitlán cayendo
y los talados abetos.

Ojalá que aceptara
la biblia vacía de mis labios
que lo evocan por amor de longevo chispazo
y por ser mi ciudad.

Esta es mi oración:
una cadenita con los ojalás de la noche
los ojalás del día, los ojalás del postre.

Los ojalás del viento.

(Como el que me lo entregó cinco días
transitado y entero
para prendarme en un ahora perpetuo
de Usted).

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