Salí del centro del marasmo
de mi centro egoico, algo siniestro
no por ser de la izquierda
sino por ser febril luna con pendientes de estrella;
algo como la aventura de jugar a ser el mar.
Y salí machacando huellas
en el universo luminoso adjunto a los esteros
arena suave con brillo de helio y sal.
Fue como vivir un pasaje de la canción de Roldán
en tiempos de galaxias sin visitar;
respirar violeta y comer rojo vivo
agotarme con un definido motivo
ser mi propio estandarte sin en un futuro reparar.
Qué extraño se siente
vivir como etérea
es un sueño delirante
es un homenaje en tierra dulce
con una canción gutural.
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