Estívalis con sus gasas
hechas de atardeceres ardientes
y de niños con paletas de uva felices
de mujeres tostadas
y de hombres que son agua
para sus maíces
agarró mi mano
y me llevó a la parada
donde todo es nada y todo espero:
soy el girasol de siempre
con un verano más
y una verdad menos:
uno nunca sabe las dimensiones
de las palabras
hasta que las sentimos con ganas
y hasta que las vivimos y las conocemos.
Abro la palma de mi mano:
ojalá que una nube se pose
y me lave direcciones lloradas
y me cierre todo indicio de cicatriz.
Abro los labios:
prometo decir que soy Mar
y soy de agua dulce
antes de pronunciar una palabra
en contra de la vida
y al mismo tiempo que le doy la mía
a todo aquel que aún crea que es un infeliz.
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