Me gusta sentarme aquí
a escuchar arpas
que son diosas
que son mujeres
que son heridas
y que son mis hermanas:
para ellas tengo el instrumento perfecto
para que sus manos
se vuelvan como de guitarra-mariposa;
para ellas tengo el dialecto perfecto
para que sus ojos
brillen como agua de coro angelical:
inmolo mi garganta
quiero ser gota de lluvia
de la vieja landia
quiero ser la trenza por donde bajan
las notas de una mano sideral.
Y porque quiero
que este sonido
nunca se escape
de mis ojos ni de mi espacio
les regalo mi voz
tan virgínea como el primer día
tan cambiante
como la luna que me aluza
y me hace escribir
para poder despertar.
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