Me estresa la complicidad
bajo las faldas
de la hegemonía industrial
y el abstencionismo colectivo
involuntario:
Y es que todo es a granel:
el insomnio, el cansancio,
la absurda credulidad,
los espasmos, los cantos mal entonados
dirigidos a una incomprendida libertad.
No sé para qué querríamos ser libres
los humanos
si cada vez que una de nuestras manos
cuando se siente libre
de todo yugo
lanza bofetadas al primero que mira
y sin importar el qué dirán.
Perdónenme si hoy
escribo algo amargo:
no todos los días se cree
en un azul cielo para los niños
que aún no se les mueren las esperanzas;
pero gracias a Dios
(a ese irresponsable e irresoluto
que nos tiene a pan y agua
hasta merecernos la Verdad)
el día dura veinticuatro horas.
Y mi esperanza en las manos de los otros
-que también son las mías
porque somos una misma alma-
renace con cada alarma de los bomberos
calle arriba;
renace con la sonrisa de los que he amado
y aún amo tanto
las vea o no en un nuevo despertar.
jueves, 18 de junio de 2009
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