Abre sus manos el cielo:
todo está tan limpio
que desde este punto
puedo ver el vacío
de mis labios
cuando la noche es clara
y yo me rindo
a no poder escuchar una vez más
tu voz.
Que se abra también la tierra:
hay noches que dan ganas
de estar entre raíces y yerbas
y hay otras en las que una desea
simplemente estar viva
en tu osamenta
para no sentirse hueca,
para no sentirse enferma,
para no sentirse muerta.
También hay noches
en las que mi cuerpo se desintegra
y manda tu recuerdo al diantre
y duerme tranquila
como esperando de la vida
otra vuelta.
Pero hoy
simplemente llovió.
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