jueves, 25 de junio de 2009

Delfín

Y he aquí
que parada sobre tu vértice
aún me corren
como lenguas de fuego
el vértigo que eres,
rayo ultravioleta
sin alternativa ni protector solar.

También eres
mi pequeño infante fantasma
mi columpio de adolescencia
mi piel de hada enamorada
una sonrisa blanca algo lejana
un tratado de paz
que se firma en silencio
para no despertar del olvido
al resto de los objetos
que fueron nuestros
y aún nos tocan, y nos matan
y también nos rodean.

Y he aquí
que en el páramo de mis besos
tu cauda huele a lo mismo:
estés en ciudad natal
o estés a lo lejos
puedo tocar tus movimientos.

Tus adagios y tus si bemoles
tus allegros y tus arpegios.

Estás tan madera y tan hoja
y tan teclado y tan vestido café
siempre
que precisamente
ya no espero otra cosa
sino dejar de sonreír a la inversa
y tener un nombre propio
algo así como la libertad de un delfín.

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