No todos los ojos
albergan angelitos
amores platónicos
o silencios sacros de niños;
también los hay uno que otro
que las acciones negativas
en silencio verbalizan:
y ahí tienen ustedes,
¡ay!, inocentes,
que nos culebrean la piel
como si un de un baldío
se tratara.
Más que odiarlos
o rechazarlos
a sentir pena por ellos
he llegado, creo:
Algo debe faltar
para faltarse a sí mismos
teniendo un tesoro inmenso
llamado corazón y mundo
y dedicarse a llenar sus expectativas
recortando a aquél
que ellos no son.
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