Algo fuerte palpitó
cuando vi tu segundo nombre
gravitando por este páramo primaveral.
Fuiste todo nubes, todo eco
todo silencio, todo sonrisa,
la tuya y la mía;
río vertiginoso en tiempos del escorpión.
Olvidé mis vestidos
olvidé este encierro en el cuerpo vivo
olvidé mis años sin ti y sólo conmigo.
Eras tantas cosas que ninguna palabra
te contenía entre tu inmensidad.
Y a la hora de palpitar
así, como si cualquier cosa
esta tarde;
me di cuenta
que no has dejado de hablarme de amor
aunque tú no lo sepas.
Algo muy fuerte me palpitó
al leer tu segundo nombre:
los hombres le llaman nostalgia
las diosas comunes
-como yo-
le decimos abrazo
a la otra mitad de nuestra deidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario