La lluvia escupía
en vez de bendecir
la parte trasera
de este mundo de dios
que se llama Saltillo.
Todos miramos al unísono
Dios se ruborizó
y nos mandó lluvia en nuestros cuerpos
El muy carajo...
una clase de estupor de poros
que llueven letanías
de te amos
y de necesito dinero.
Llegó la noche
se parece al beso húmedo
que se dan los pubertos
cuando creen que nadie los mira
y en su nívea aura juegan
a seguir siendo creadores y dios.
No es que no ame al creador,
es que a veces siento
que abrió tanto su mano
que nos perdió la huella
y la hipermetropía de sus años
no nos deja ser encontrados por él
enmedio de esta humana tempestad.
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