Cuando la vida nos embarque
a otros lugares
y nos arranque
los mundos reflejados en el espejo
quiero que estés tú conmigo y que te lleves
al tambor rojo vencido
que entonó feliz
en todos los posibles y gramaticales tiempos
el amor que juré tenerte
a pesar de las guerras del silencio
a pesar de los falsos egos
de los binomios imperfectos
y de los aparentes olvidos.
Si por mis manos estuviera
yo te daría
mi carne al rojo vivo
un morralito de letras
un diario escrito con mis idilios:
entre tú y yo no hay tristezas
contigo a perdonar he aprendido
como también aprendo
a amar sin sentir pena
a no agobiarme con este latido;
y a sentirme libre y serena
de saber
que por tí todo
y que contigo
hasta el infinito.
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