Finalmente viajé
y vi a todos con tu misma cara
de pronto
a todos desnudé
y se volvieron ojos tuyos
que me miran
con tu misma misericorde mirada.
De repente
el miedo fue un cero
a la izquierda
y mendigando
le diera la cara.
De pronto
no hubo nadie
que mis inseguridades aumentara.
Y todo floreció
como un jardín prohibido
boca floja de un cliente distinguido
que se llama amor
y en mi persona
se vuelve terquedad y destino.
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