Había egos dispersos
entre infusiones aromáticas
cigarros y alcohol.
Uno se levanta un día
y muchas veces se pregunta
si al llegar la noche,
el asteroide pesado y fugaz
en su letargo se disipa a muerte
o si te da muerte esperarlo ver
en compacto aerolito
a su frenético narcisismo
su encumbrado sueño
su esputo herrumbroso
su desafortunado alud.
Nicolai Gogol
no estaba presente entre ellos.
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