Oigo una guitarra
que pinta rojos
(y púrpuras y amarillos y azules y verdes)
pero por dentro no pinta nada,
La oigo cantar canciones de mujeres
niñas, madres y enamoradas;
siempre me vi etérea
recolectando libertades por la plaza
nunca pensé
que por cada vez que alzara los brazos
algo feneciera de mí y conmigo
para que latiera más fuerte mi tambor.
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