domingo, 10 de mayo de 2009

Margarita

Te abriste como la flor de amarylis
hace ya casi cuarenta años
te abres como la flor de dátil
casi veintisiete años después
de platicar contigo misma
un sueño de luz, de vida y de amor.

Eres la guerrera más limpia
la más honesta
la más directa
que jamás haya tenido la Tierra
en toda su vida:
padre y madre para los tres
que te quitamos el calcio de tu osamenta
y dos o tres sueños de volar a solas
por estar dándonos la teta
varias canas antes de tiempo
por ser tan raros
como la naturaleza acuariana
que visitó tu cuna
al recibirte en este extraño lugar.

No demerito
la mitad cromosómica
que el único hombre de tu vida
te regaló
como los tiranos esparcen
la dorada brisa
sobre su hambriento pueblo;

Pero es que junto a tí,
él es una estatua de mármol
con pies de barro
y tú eres el barro de tu piel
que no se desmorona
por tener alma de cantera
de ciudad de valle de un salto de agua
y de cierta fiereza alemana
muy adentro.

Él agarró su plan y agarró carretera adentro
tú tomaste tu vientre cuatro veces ocupado
y sacaste fuego desde tus senos
quemaste tus tristezas
dejaste el llanto de la soledad
para tiempos lejanos
hoy eran las seis de la mañana
y debía estar lista la casa
la comida y el almuerzo,
la cara sonriente asoleada
contestando llamadas
de clientes emproblemados
que terminaban conciliados
antes de entrar al despacho
del que durante veinte años te pagó un sueldo.

Y todavía cantabas
y todavía me contabas cuentos.

Y ahora que estás más cerca
de ser anciana
que mujer con la flor
que me enseñó a amar
a las flores sencillas
por tener el corazón sincero
le pido a ese ser que llamamos dios
que te guarde en mis días
en los que un día soy más búnker
que ramo de flores del desierto
una mujer que no se halla muy bien
entre los ojos de la muchedumbre
que la miran como un raro insecto
y que camina con marcha marcial
porque así le enseñó su madre
quien vivió la segregación de los suyos
y vive el amor de lo que llamamos
entre los cuatro,
lo nuestro.

(Está demás decirte,
niña mía de mis ojos,
que te amo por ser Margarita
y por decirme sí un día
abrirme los brazos
y expulsarme a este mundo raro
que amo tanto).

1 comentario:

Teodora dijo...

Me parecen muy tristes sus poemas