Por la ventana
con olor a gato y
a una curvilínea
con rostro de maldad
se observan varias cabezas desunidas
el rastro de un asteroide a la deriva
tu nombre es egolatría
tu casa cayéndose
tu jaula es en verdad.
Toda tu silueta
irradia lentitud
no eres dama ni vampiresa:
eres dos revoluciones por hora
en tu apretada aspereza;
playa escondida
ahora llena de arrecifes tuertos
lugar donde ni siquiera
reviven los muertos.
Una palma hermosa
suave como el oxímoron
que te brinda el espejo;
Y una esfera de luz que se te escapa
cada vez que maltratas
tu recuerdo de juventud.
No imites a La Llorona:
se tiene lo que se aspira
y se aspira fuerte el viento iracundo
que suscitas al sacudir en vano tu testuz:
Había cardos hechos polvo
y triturado de espinas
al momento en que tus grandes pechos
aprendieron a someter
antes que dar la luz.
Qué pena
el atardecer de tu anaranjada
y putrefacta falda;
yo miré a donde tú no miras:
te aguarda sereno un solitario Sol.
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