Dentro de lo que cabe
(un barquito de lata
un rehilete de puro alambre
un viento en fiesta patronal de mi barrio
y varios truenos que no saben lo que hacen)
y después de varias épicas memorias,
la buena nueva
es que aún reconozco la gloria
de estar viva.
Y el verde, el rosa,
el morado, el naranja,
el azul y el amarillo
entretejen en flores
prados urbanos
y chaquetas de cuello en mayo una historia
para ver realidades
sin necesidad de lentes
que me lleven a otra dimensión.
También respiro bajo el agua,
por cierto.
No es tan divertido si lo hiciera en el ancho mar
pero por lo menos adivino historias
que ni el opio ni el crack
a un pacheco regalarían.
Hoy me tocó apostar descalza con la suerte...
y hasta los pumas ganaron.
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