Y allá, calle arriba,
las mariposas se sentían
como el dulce presagio
de que el sol era por el día
la luna, por una canción nocturna
y el mundo, por ser un dulce rumor.
Levanto mis raíces del asfalto.
Le echo tierra a la angustia
camino sobre una aurora feliz y muda.
domingo, 24 de mayo de 2009
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