La lluvia cayó
como caen los regalos del cielo.
Siento que el creador
por fin abrazó
a este pueblo del desierto
que es tan puro
tan hermético
tan simplón
tan sereno
y también
tan locamente alocado
centro abajo
y bares abiertos.
Dios besó mi casa
y las casas contiguas a mi casa
como el enamorado que brota
y se queda en sus paredes-piel
y para siempre
hasta otra amorosa tempestad.
jueves, 21 de mayo de 2009
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