lunes, 20 de enero de 2014

Un viento rojizo aullando en los pezones
las vértebras abiertas estiradas reacomodadas
en el caudal insomne de tu cuerpo.

Hay heridas de batalla rasgando mi entrepierna.

Hay un eco de ébano y sal
cosiéndome de nuevo
un cuchillo almizclado
probándome suya.

Voy al campo de guerra.
Atenta estoy al llamado
de tus municiones anunciándose.

Cuesta arriba caminando declaro:
no hay posibilidad de mi cuerpo
si no está atrincherado en tu cuerpo
no es posible su sombra en el asfalto
sin tu latido
no es probable la floración de mi dermis
sin tu fuego.

Un viento rojizo renombra mis pezones.
Aullido soy
y es tuyo.

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