Me desnudo en tu caos
me deshago en su estructura me pierdo
en su saliva que me cuenta
todos los hombres que para mí has sido
desde el comienzo de mis tiempos en tu axila izquierda
hasta la menarca del 94
cuando, oyéndote lejano
escribí lo que hoy me dices
es tu credo.
Podría leerlo frente a un espejo y en cirílico
prefiero declamártelo
a la hora en que duermes el tránsito del domingo:
Dejé mi libre albedrío para abandonarme tuya
la mujer de los pies en la tierra
la diosa tangible y frágil
la niña ilusa de sueños enraizados
la bella que te pasea por los estacionamientos
la novia de He-Man
y la voz que hoy por fin te develó
la tríada que te entrega mi alma.
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