viernes, 10 de enero de 2014

Hay un desenfreno.
Neuronas que quieren verte.
La aritmética y la lógica vienen
de atrás para adelante
y cojeando de una pata
porque la otra es feliz
cantando un mantra africano
que tú conoces.

Soy una beckettiana en la fila del banco
escribo diminutivos
el pelo acariciando nubes
y no me importa este ejemplar de mí
tan distante de la que soportaba todo
incluso la soledad.

También soy una quinceañera
haciendo alarde de su empeine adornado
de besos de rey
una veinteañera en cuerpo de treinta
palpitando demasiado pronto
demasiado rápido
demasiado bello y todo
la doble a del tiempo y el amor.

Soy una flor carnívora invertida que muerde
y al morder se entrega a sí misma.
Está muy segura de ser reciclable
(primera estación el vértigo
lo demás son créditos del Monopoly).

Hay un desenfreno y en ratos me doy miedo.
Sucumbo porque está la alternativa del pánico
apenas y me recuerdo tres meses atrás
vacía de ti.

Hay un desenfreno y es un regalo.
Acabo de despertarme a mí misma

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