A las seis de la mañana
tu efigie es el mantra
y la tinta azul cobalto
con la que la luz escribe
dentro de mis ojos.
Entonces eres guerrero y pluma
un niño galáctico anudado al cielo
el perro de agua bajándome una nube
para que sepa dormir
como los de tu linaje.
Tu firmeza la concibes
de tu punta hasta el oído medio
donde te canto en silencio
un amor de agua clara fluyendo con mi deseo.
Oigo coches
concheros vestidos de junio temprano.
Un altavoz de policía sin sol
la secadora del 104.
Todos parecen acercarse a mí
todos quisieran arañar la luz que me pertenece
en esta posición de orilla y ola de algodón.
Nos sitian y yo cierro los ojos
dentro de tus ojos.
Nadie podrá entender
que a las seis de la mañana
eres dios y te asomas dios
como el principio exacto de tu nombre.
martes, 7 de enero de 2014
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