Alguna vez vi a un Buda
enseñando el ombligo
proclamando amor a las cuatro esquinas
del cielo.
Era feliz
su éxtasis venía de la raíz del corazón.
Nunca seré Buda
pero cómo me gusta seguir maestros.
Tal vez y sólo por eso
te busco a ti
entre mi niebla y mi llama.
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