de postulados amazónicos
o de mi adolescencia obcecada
(la dosis te asustaría)
en renegar la dualidad
de los ángeles en la tierra:
uno más uno es uno,
cuando un hombre se funde en una mujer
la aritmética falla.
Llegaste a tiempo.
No hay corrupción tal ni herida
aquí te esperábamos la niña y yo
para entender que el tiempo es perfecto
como es cierto que las penurias tienen su bonanza.
Escribimos a nuestro éter
que eras tú
el otro lado de nuestra luna.
Nadie refutó la teoría ni su magia.
Nadie refutó la teoría ni su magia.
Pude haber sido un pirata en tu barco.
No fue preciso:
en mi mar anclaste tu arma.
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