Dicen
que el primer día
después de la magia
es el que más duele.
Ya va feneciendo la jornada, ojos,
y acabo de constatar
que ya no soy tan fuerte
después de este encanto:
una lágrima así lo demuestra
y yo, en silencio, mi memoria en ti descanso.
¿Será que mi alma era de hierro
y mi cara una máscara de metal?
Después de tus besos
todo lo miro,
todo lo siento,
como una niña que salió de una ostra
para toparse con la maravilla del mundo.
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