Resulta que antes yo,
yo era mi espejo,
yo era mi sombra, mi propia agua de mi fuente,
mi perfume,
mi noticia, mi diálogo.
Pero desde hace tú,
resulta que huelo a ti,
porque el pozo donde habitaba yo
habló con tu fragancia
(la que me muestra
cómo fluye la no distancia
entre dos cuerpos ardientes).
Desde hace tú,
ya no tengo sombra, me sabe a ti el agua
de esta nueva fuente,
y el espejo me habla
que hace días miré tu cara
(tengo un lunar nuevo
que robé de tu espalda).
Voy entendiendo, una cosa por día,
el sólo por hoy fue la primera enseñanza.
Que mi piel ahora comienza a ser escrita,
la segunda.
La vía de la otredad por el camino de tu saliva,
la tercera.
La inexistencia de la distancia
por el sendero de la memoria,
tal vez sea la cuarta.
Que no ha habido regalo mejor que tu ánima
recorriendo a pie mi llama,
la enseñanza que vive en mí escondida.
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