Volcán, volcán, volcán
cubre su manto ígneo
el dorso de mi palma esperando.
Lava que es saliva
lava que nos purifica
lava que ensucia la pureza
lava que vuelve a prender
quemando naves siderales
estamos.
Unión de cintos rojos
de ombligo a ombligo
y de pies marcados y morenos
a otros igualmente doloridos
pero muy blancos.
Volcán, volcán, volcán.
Ya nada importa
los envases de las aceras candentes
llenas de odio y suspiro
tremor de gentes en el anonimato
callando los caballos de la existencia.
Yo no pienso la existencia
yo juzgo la existencia por sus causas.
Los demás juzgarán la mía
por sus consecuencias.
martes, 13 de abril de 2010
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