Este gis de color violeta que no les dice nada;
sus caras despreocupadas,
el momentum idóneo para yo estallar
y ser el souvenir que esperan
para llevarse tiempo adelante.
Para compartirlo con su progenie
(sí debe haber mundo para ustedes,
hijos postizos míos,
aunque nos duela
y para alegría suya y mía).
Me doy cuenta que la literatura
me sirve más para ralentizar
mi acelerado paso por la vida en sus caras
que para hacer dalais a la hora
de tratarles de enseñar
aquello que me mata de gastritis
cada vez que enciendo el televisor o abro los diarios.
Me percato que la poesía será
lo único que me salve
de esta vida extranjera
en este mundo de gis.
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