jueves, 29 de abril de 2010

Paradójica paz

Imagina la graciosa gracia de mi desgracia
palpitando a esta hora
sola, sin ti,
y con el silencio a cuestas.

No he dicho que jamás se me haya prevenido
del dolor de la factura.
Amar de verdad y para siempre tiene su precio.

Pero soy mujer
y, ¡ay!
Tengo carne envolviéndome los huesos
mariposas volándome el cerebro
y una borrasca de sangre que dice tu nombre
y no callará porque esa es su paradójica paz.

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