La flor del loto y el incienso del sándalo
no dirán nada
si el principio del amor y la dualidad
entre dos cuerpos solitarios
atraídos, desvencijados por sí mismos
y por nadie más
no retumba en un eco que haga sangrar
las raíces de todo el caos primigenio.
He aquí por qué siempre vuelve a amanecer
y existe un momento
en que su aroma nos inunda un milisegundo
de todo nuestro infernal día.
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