El corazón de algunos amantes
nace cuando ve al otro que esperaba;
camina, vive, canta y flota
cuando sabe que éste despierta y respira
el mismo aire
en la misma dimensión;
se vuelve inmune y fuerte
en el silencio y los platos rotos que a veces
con su ruido, las notas del amor trastocan;
y puede morir en la memoria del otro
pero nunca en la del que lo lleva bien puesto
contra luz y sombra
viento, sol, lluvia o marea alta.
Es difícil de hallar
tanto para el que lo porta como para el que lo tiene
y es una bendición de estrellas
en tiempos de primavera
y una congoja de invierno
cuando se le toma con cara azul.
Y la primavera,
en mi caso,
no se ha ido de su trono.
El corazón de algunos amantes
es más fuerte que los amantes mismos.
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