Cardenal estará muerto:
no más aves paradisiacas
para volar a esos ánimos libertarios
ni al amor infinitesimal
del cosmos entre los dedos sin arrugarse
(que suponemos, pertenecen a dios).
Y tú y yo, y él, o ella
-y todos los que se creen
estar dentro de estas personas
típicamente gramaticales-
cantaremos numeritos físicos
alabanza matemática
con tintes de elegía cuántica bipolar.
Qué lindo suena.
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