Mujer promiscua,
hombre sin ley:
Embarraste mi rostro,
mi máscara.
Tu verbo se erigió como el ungido:
las lapidaciones no siempre son de piedra.
Victoria ganada fácilmente.
Ignoras el poder de la repetición:
por cada distorsión de mi boca cerrada
sometida
crece la fuerza de mi alma
en el lamprós del cosmos.
viernes, 16 de abril de 2010
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