Afuera cantan
los olvidados hijos de un dios menor
que igualmente (menormente) cantan
sus horrendas canciones.
Querido Dios,
hazme igual de sensible
a su disfonía singular.
Y dejaré de ser la incómoda de siempre:
cerebro de hombre
en cuerpo y deseo de mujer.
sábado, 3 de abril de 2010
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